Un educador efectivo independientemente del ámbito
en el que desarrolle la tarea de educar, debe conocer y comprender las necesidades del ser
humano, y para ello hay que estudiar las siguientes dimensiones sin perder de
vista la interrelación de cada una, con la realidad y el entorno en el que
se desenvuelve cada persona.






Las características básicas
de la evolución de la persona es descubrir sus necesidades concretas, identificar las diferencias
individuales, determinar los logros que se pueden esperar de cada persona,
determinar las influencias del entorno en el que viven y su nivel de
integración y reconocer su biografía, oportunidades de desarrollo y logro de
expectativas.
La educación alcanza su significación plena en
la comprensión de esos procesos desde la raíz misma de la unidad de la persona.
Debemos atender a una educación diferenciadora. Un educador debe saber que la
auténtica educación es la que conduce al hombre a la perfección, a su madurez.
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